Una mujer dirige el movimiento de los dragones durante el desfile del Año Nuevo Chino. | DIEGO R. VEIGA
En Madrid viven unos 55.000
chinos. En el barrio de Usera conviven casi 11.000. No es raro entender que
hayan sido sus calles las que hayan recogido la celebración del Año Nuevo chino. En un momento en el que la globalización está siendo más cuestionada
que nunca y que Donald Trump está acabando con varios tratados comerciales
entre países, estas calles de Madrid demostraron que la sociedad multicultural
todavía tiene mucho recorrido.

Usera se vistió con sus mejores
galas para recibir el Año del Gallo de Fuego. Los farolillos cuelgan de todos los comercios.
Nada más salir del metro, uno empieza a ver carteles en chino en las tiendas. Aunque
Juanra destaca que la convivencia en el barrio es formidable, la comunidad del
país más poblado del mundo sigue siendo muy cerrada, sobre todo por el problema
que plantea la lengua. Cuando se pregunta a trabajadores que cómo ven el
desfile, o que si les gusta la celebración en España, se limitan a decir “sí” o
“sí, mucho”. La mayoría de los que se agolpan en las aceras para ver pasar
dragones, un trono o niños tocando tambores son españoles, curiosos que vienen
de todas partes de Madrid para presenciar una fotografía que bien podría ser
una escena de Mulán, la película Disney.
Todos participan en el desfile.
Desde las abuelas hasta los más pequeños. La diferenciación por sexos está muy
marcada. Un dragón para los chicos, otro para las chicas. La calle Marcelo
Usera hace de Gran Vía en el barrio, ante la mirada de quienes se han acercado
a ver el expectáculo. Entre aplausos por las coreografías, a alguno se le puede
escuchar “¿aquí no tiran caramelos?”. Mientras el mundo entero celebraba el
cambio de año hace casi un mes, ellos lo hacen ahora. En el desfile no faltan
banderas chinas, españolas, madrileñas e incluso una de la Unión Europea. Los
participantes no dudan en retrasmitirlo por streaming para sus compatriotas a
través de sus teléfonos móviles. Triunfan los Huawei y los Xiaomi. También hay
una consultora que aprovecha el tirón para salir con una pancarta haciendo
publicidad.
Cuando el desfile llegó a la
plaza donde está la Junta municipal, los asistentes aprovecharon para hacerse
fotos y charlar con sus vecinos. Dentro de una gran carpa blanca se pueden ver
elementos culturales típicos del gigante asiático. Fuera, una caravana se
encargó de dar comida tradicional china, sin occidentalizar, y de montar un
karaoke para los que quisieron dar la nota. A las cuatro y media de la tarde se
despidieron los protagonistas hasta el año que viene.
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