Portugal había perdido a su gran héroe en una selección sin nombres ni certezas en plena final de la Copa de Europa. Los portugueses llevaban doce años desde que Grecia les partiera el corazón en Lisboa soñando con tomarse la venganza. La fortuna en los cruces del cuadro tras pasar como mejor tercera la fase de grupos, una prórroga y una tanda de penaltis cruzaron su camino con el de la anfitriona Francia en Saint-Denis. Pero Dimitri Payet rompió a Cristiano Ronaldo y aparecieron las sombras. A falta de doce minutos para llegar al 90, el delantero centro Éder saltó al campo. Venía de fracasar en la Premier y de soportar pitos y ninguneos de la propia afición portuguesa. Iba a liarla.
Éderzito Antonio Macedo Lopes nació en
Guinea-Bisáu un 22 de diciembre de 1987. Guinea-Bisáu es una antigua colonia
portuguesa en África hoy sacudida por la inestabilidad, la pobreza y el tráfico
de drogas. Nada deseable para un niño que empieza a vivir, por lo que los padres
de Éderzito decidieron llevárselo a Portugal con tres años. Una vez allí
decidieron internarlo en el orfanato Lar ‘O Girassol’, ante la imposibilidad de
criarlo. Éder creció a las afueras de Coímbra al cuidado de sacerdotes
católicos.
Pronto afloraron en él la humildad y el amor
por el fútbol. Tenía once años cuando se enroló en su primer equipo de fútbol,
la Associação Desportiva e Cultural da Adémia. De ahí al FC Oliveira do
Hospital y, tras su último año como júnior, al GD Tourizense. Había convencido
con sus exhibiciones al principal filial del Académica de Coímbra, un histórico
de más de cien años. Su primer contrato profesional, de 400 euros al mes, le
permitió salir del orfanato. Ya entonces no se perdía ningún partido del
Manchester United en la Premier League. Soñaba con ser un red devil.
El 24 de agosto de 2008 debutaba en la máxima
categoría del fútbol portugués con el Académica. Apenas disputó siete partidos,
pero acabó el curso con un gol: fue contra el Naval y al final de la temporada,
en una derrota que para él no fue tan amarga. Éder pasaba a ser miembro de
pleno de la primera plantilla todavía sin destacar, sin alcanzar los cinco
goles en temporada. De hecho, seguía acudiendo a las convocatorias de
Guinea-Bísau.
Entrenado por Villas-Boas o Domingos Paciência
entre otros, Éder fue constituyendo un estatus. Muy físico y poco hábil, su
compromiso y voluntad para participar del juego más allá del área, batiéndose
contra los defensores, le hizo terminar como uno de los capitanes del equipo y
un emblema para la afición. Raza, inteligencia y oportunismo, sus
características.
El éxito y los ligamentos
En diciembre de 2011, la prensa comienza a
especular con su futuro. Acaba contrato en junio y no tiene pinta de querer
renovar. Está en un buen momento y se habla del interés del Porto. También
algún vínculo con el Arsenal. Lo cierto es que en enero de 2012 Éder se reuniría
con representantes del West Ham inglés: aquella reunión acabó con el jugador
declarado desaparecido por la policía. Para él todo seguía en orden: estaba en
Lisboa con su familia.
El jugueteo con otros clubes provocó que
Académica pidiera una indemnización de cinco millones de euros a sus agentes
Mohamed Afzal y Pedro Romao. El delantero acabó la temporada apartado. Así, en
mayo, anunció su marcha al Sporting de Braga, clasificado para la Champions.
Éder seguiría en Portugal con la oportunidad de lucirse por Europa, enfrentando
a su querido Manchester United. Su actuación impresionó a Fergusson; para el
recuerdo una cola de vaca a Michael Carrick en la banda de Old Trafford que acabó
con asistencia y gol.
Aquellos dos partidos contra los ingleses y
los siete goles en catorce partidos que sumaba el delantero hicieron que su
nombre se relacionara con los de los diablos rojos. También con el Liverpool y el
Arsenal. Estaba en el mejor momento de su carrera, liderando la tabla de
goleadores junto a Jackson Martínez y entrando en las convocatorias de Portugal
con Paulo Bento. Pero todo tiende a torcerse.
En febrero su rodilla crujía en las
semifinales coperas ante el Benfica. En concreto, los ligamentos cruzados de la
derecha. Llevaba entonces trece goles; no pudo jugar más aquel año, le
esperaban cinco meses de recuperación. La 2013/14 fue una temporada dura para
él aportando tres únicos goles. Los diez de la siguiente volvieron a agitar su
nombre en el mercado, más todavía tras lograr su primer gol con Portugal, en un
amistoso ante Italia, tres años después de su debut. El Swansea galés pagaba
cinco millones de libras y encontraba en Éder un sustituto para el citizen
Bony. En aquella negociación ya estuvo presente el de siempre cuando se habla
de un jugador portugués de élite: Jorge Mendes.
Gales
Garry Monk, entrenador del Swansea, presentó a
Éder como un delantero “fuerte, rápido y bueno técnicamente”. No pudo demostrar
mucho y lo que demostró no estuvo a la altura de la Premier: quince partidos y
cero goles fueron el bagaje. Ni la sequía de Bafetimbi Gomis le dio una
oportunidad. La prensa inglesa comentó que podría haber sido un fichaje de
Laudrup y no de Monk; y ningún entrenador traga bien con algo que no ha pedido.
Los tabloides lo reseñaban entre las decepciones de la temporada.
El mercado de invierno le deparó una salida en
forma de cesión con destino al Lille francés. Frederic Antonetti pedía un
guerrero y Éder lo fue: de decimoquintos pasaron a ser quintos clasificándose
para Europa League gracias, entre otros, a los seis tantos del portugués.
Demostrando su olfato goleador y con la capacidad de trabajo exhibida, se
convierte en uno de los favoritos de la afición. Éder no quería volver a Gales
y el Lille pagó cuatro millones y medio de euros. Firmaba cuatro temporadas en
Francia.
El delantero era convocado para la Eurocopa,
llegando a la cita con una inercia positiva. Pero no las tenía todas consigo.
De hecho, tenía a una parte de Portugal en contra. En el amistoso preparatorio
en Leiria contra Bélgica, la afición le silbó al saltar al campo. Hazmerreír de
muchos, los nostálgicos de Pauleta o Nuno Gomes despreciaban su presencia. Joao
Pinto, director de la Federación Portuguesa, tuvo que salir a pedir
públicamente respeto.
El partido
Fernando Santos comandaba una Portugal férrea
y poco vistosa que llegó a la semifinal sin haber ganado un partido en sus
noventa minutos. La fórmula parecía funcionar: compactos y poderosos
físicamente en el centro del campo, la frescura del joven Renato conectaba con
Nani y Cristiano Ronaldo, el alma máter del equipo junto a Pepe. Los dos
delanteros ponían freno al sueño de Bale y se plantaban en la final contra
Francia.
Era la noche de Cristiano Ronaldo. La suya,
tras muchas de gloria con el Manchester United y el Real Madrid. Su auténtica
hazaña, tras tres balones de oro. Pero corría el minuto seis cuando un
impactante golpe rodilla con rodilla entre él y Payet terminó con el portugués
entre lágrimas. Intentó seguir en vano, la final había acabado para él. Entró
Quaresma y la pena por la lesión del capitán enturbió el fulgor inicial
francés. Portugal mantuvo el tipo y se creció. En el 79’, con tablas en el
mercador, Santos retiraba a Sanches para dar entrada a Éder. Un cambio ofensivo
que sorprendió por intención, pero sobre todo por el jugador escogido.
Éder llegaba a la final habiendo disfrutado de
apenas trece minutos de competición, repartidos en dos partidos ante Austria e
Islandia. Sin goles, por supuesto, que añadir a los tres logrados en distintos
amistosos. Pero Cristiano Ronaldo le miró y le dijo que él sería el hombre. Ya
había visionado que su penalti sería el decisivo en la tanda de la final de
Champions ante el Atlético de Madrid. Aquello era más previsible, pero apostar
por Éder era otro asunto. "Cristiano me dijo que iba a marcar", confesaba el de Guinea-Bisáu tras el partido.
Su incidencia estaba siendo positiva en el
encuentro. Se llegó a la prórroga, Francia tuvo miedo y Portugal lo olió.
Entonces, en el 109’, Éder recibió de espaldas, y alejado de la portería, un
balón de Moutinho. Forcejeó con su corpachón con Koscielny, ganó y encontró un
hueco. Recobraba el equilibrio tras
el envite como un potrillo que acaba de nacer, con sus piernas delgadas y
torpes. La maniobra raspaba el aprobado por su éxito que no por la brillantez,
pero Éder decidió hacerla memorable. Hizo lo que nadie esperaba que hiciera. Lo
que nadie le exigía: hacer algo extraordinario. Umtiti le dio metros y los 25
que lo separaban de Rui Patricio fueron pocos. El balón salió ajustado de su bota derecha dando botecitos hasta colarse. Ese tal Éder acababa de hacer campeón de
Europa por primera vez a la selección de fútbol de Portugal. El mayor éxito de
su historia, gracias a su más ninguneado futbolista.
La cara B de Éder
Con su gol, Éder parece querer abrir una caja
de Pandora en una especie de purificación y evidente consagración de la gloria.
Ha anunciado un libro biográfico escrito entre él y su motivadora, Susana
Torres. Además, reveló que su padre cumple condena en una cárcel de Inglaterra
por matar a su madrastra en 2002. Cree en su inocencia y acude a verlo cuando
puede.
Al término de la final ante Francia, Fernando
Santos dijo en rueda de prensa que, al final, “el patito feo pasó a ser
bonito”. Éder ha entrado en la historia del fútbol portugués haciendo lo que
nadie, absolutamente nadie esperaba de él. Lo que quiso hacer Cristiano Ronaldo
y un choque con Payet no le permitió. Atrás quedó la Premier, Gales y el
Swansea. Éder había cambiado la historia, empezando por la suya.
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