| Fotografía por Mari Carmen Granados Gutiérrez.
Imaginamos que el jardín interior del hotel Molina Larios debe haber sido centro de ejecuciones de grandes tratos. Hombres de negocios trajeados, fumando habanos, bebiendo gintonics y comprobando las fluctuaciones del mercado en sus smartphones. Nos citamos allí con Jorge Bustos (Madrid, 1982), primer personaje de derechas que hayamos entrevistado en esta web. “Quedamos ahora, que tengo un rato hasta las siete”. Al final nos quedamos a las copas, porque la libertad es el sometimiento de la verdad ante la razón.
Imaginamos que el jardín interior del hotel Molina Larios debe haber sido centro de ejecuciones de grandes tratos. Hombres de negocios trajeados, fumando habanos, bebiendo gintonics y comprobando las fluctuaciones del mercado en sus smartphones. Nos citamos allí con Jorge Bustos (Madrid, 1982), primer personaje de derechas que hayamos entrevistado en esta web. “Quedamos ahora, que tengo un rato hasta las siete”. Al final nos quedamos a las copas, porque la libertad es el sometimiento de la verdad ante la razón.
Empecemos con tu opinión
sobre las elecciones catalanas.
Seguiremos escribiendo sobre esto hasta el fin de los
tiempos, es un tema que no tiene mucha solución. Básicamente, tenemos una
situación dividida en dos bloques por culpa de un hombre desleal que no es que
lo sea porque se ha vuelto loco, que también, sino que es el producto de una
sucesión de traiciones históricas sostenidas por el nacionalismo catalán desde
la venida de la democracia. En el fondo Artur Mas es un hombre que, con estos
últimos resultados en la mano, ha conseguido ahora con la suma de ERC el mismo
resultado que consiguió sólo con CDC en 2010. Ha sido un viaje de
cinco años de ruptura social, polarización de la política catalana y ausencia
de gobierno, porque a lo único que se ha dedicado es a hacer una huida hacia
adelante y un relato histórico, y a encuadrar a las masas en un movimiento
bastante tétrico. Del domingo recuerdo las imágenes de las masas de Junts Pel
Sí diciendo “un solo pueblo” cuando no habían ganado en votos. Luego les afeas
que eso se parezca a los movimientos de los años 30 y te dicen "no, esa comparación es disparatada". Evidentemente ya sé que no quemáis judíos en cámaras
de gas, yo no voy por ahí. Pero que el nacionalismo, como todos los
nacionalismos, se basa en la anulación del individuo y el furor colectivista
con una figura carismática que hace de líder es innegable. Todos los
nacionalismos tienen una serie de elementos y aquí se están repitiendo. Yo como
individualista convencido pienso que el nacionalismo catalán, derivado en ruptura,
es la anulación de la libertad y la responsabilidad del individuo, la excusa barata
de una gestión catastrófica y de una corrupción sistémica que ellos mismos han
avalado, y por último una ideología caduca, anacrónica en la Europa del siglo
XXI. La independencia de Garibaldi tiene su cosa divertida y romántica, o la
reunificación alemana de Bismark… Es decir, hay movimientos de reunificación en
el siglo XIX que bueno, tienen su épica. Pero pretender que la nación… (risas) la
nación iba a decir, fíjate… que la región más próspera de España crea el mito
de la opresión españolista para hacer básicamente, como decía Raúl del Pozo, la
revolución de los evasores… Es la revolución de los ricos. El nacionalismo
catalán es la revolución de los pijos.Hay un nacionalismo que tiene carta de naturaleza cuando el colonialismo
oprime realmente a un territorio y esa colonia se quiere separar de la
metrópolis porque está siendo realmente diezmada, expoliada por los
conquistadores. Eso históricamente ha sido así, todo el siglo XIX y el XX es la
historia de la descolonización de muchos lugares. Pero claro pretender que
Cataluña, que es la metrópoli de España, se quiera separar de sus metrópolis
comerciales es un puro disparate. Al final es una revolución de pijos, de
egoístas insolidarios que no quieren pagar las pensiones de los pobres, que
quieren todo el dinero para ellos para blindar su caciquismo.
En una entrevista que
te hizo Periodista Digital dijiste que Rajoy era el político más infravalorado
de la historia de España.
Antes me refería a que no había gobierno en Cataluña, pero
en este tema es cierto que no ha habido gobierno central. Rajoy tiene algunas virtudes. La mejor de ella es su propio
aburrimiento. El personaje es aburrido, pero muchas veces el aburrimiento está
relacionado con la prosperidad. A mí no me gustan los políticos aventureros, no
me gustan los políticos que inventen muchas cosas. Me gustan los políticos
grises, anodinos, confiables, y en eso Rajoy cumple todas las expectativas.
Básicamente la legislatura de Mariano Rajoy ha consistido en obedecer a Angela
Merkel. Obedeciendo a Angela Merkel ha conseguido que España crezca a un 3% y
que se creen 600.000 puestos de trabajo cuando estamos pasando una crisis brutal.
Pero su balance es puramente económico. Por ejemplo, el tema de la justicia en
España, la prometida despolitización de la justicia no solo no lo ha cumplido
sino que lo ha agravado más. La pachorra con la que ha gestionado los casos de
corrupción en su partido es totalmente intolerable. Y luego su actitud frente
al nacionalismo catalán, su actitud de ‘bueno ya bajará el soufflé, ya se
aburrirán de ellos mismos’ tampoco ha dado resultado. ¿Cuál es el problema? Que
a Rajoy se le exige una cosa que es muy difícil que Rajoy dé y que si hay un
cambio en la Moncloa veremos si Pedro Sánchez es capaz de resolver esa
papeleta, que es: estar entre el rupturismo de Mas y el inmovilismo de Rajoy.
Que realmente se llama ‘inmovilismo de Rajoy’ a la defensa del orden
constitucional, pero es que hemos llegado a un punto en el que defender la Constitución
se ha convertido en algo propio de reaccionarios. La Constitución del 78, la
que más libertad y progreso ha traído a la historia de España, su defensa se
convierte en algo propia de inmovilistas y casi de fachas. Eso es algo
inasumible.Otra cosa es que se pueda intentar… realmente no sé qué más
cesiones se pueden hacer porque Cataluña es la región que más autogobierno
tiene, mucho más que Escocia. Alex Salmond dijo, en la campaña del referéndum
escocés, que ojalá tuviera Escocia las competencias de Cataluña. O sea, no sé
qué más se puede dar. Si le das el concierto vasco estás avalando que su modelo
de ruptura es rentable. Es como si a ETA por dejar de matar se les premiase.
No, es que no tendrían nunca que haber empezado a matar. Del mismo modo, no
tenía nunca el nacionalismo catalán que empezar a ser desleal con el estado,
que tan generoso fue, desde Suárez en adelante, con su propio autogobierno.
Entonces creo que hay poco margen de cesión. Rajoy ha cometido muchos errores,
cuando digo que es infravalorado es porque es un personaje muy risible, que da
mal en los medios de comunicación, torpe, poco capaz. Ahora bien, en lo que
tiene que ver con el independentismo catalán, el inmovilismo de Rajoy puede que
sea una virtud. No está muy claro que seguir cediendo competencias a Cataluña
hasta que de facto sean un estado libre asociado vaya a calmarles. Sobre todo
por el agravio que supone para tierras como esta en la que estamos (Andalucía)
o para Extremadura, o para Asturias. Quiero decir, es que al final el
nacionalismo catalán, y esta es la gran mentira y esto es lo que la izquierda
tendría que entender, es un blindaje de élites. El nacionalismo catalán, lo
terrible de ellos, es que no defiende a las clases sociales, sino que defiende
un territorio con unos derechos
históricos míticos…
Bueno, está la CUP.
Claro, pero la CUP es antisistema. La CUP lo que quiere es
insularizar, sacarla totalmente de la Unión Europea, del euro y hacer una
especie de república socialista, y en eso coincide en el mismo objetivo que quería
ETA para el País Vasco. ETA no sólo quería la independencia del País Vasco,
quería un estado totalitario socialista allí, quería la Cuba del cantábrico. La
CUP lo que quiere es la Cuba del nordeste peninsular.
Maroto ha comparado
recientemente a la CUP con Bildu.
Hombre claro, pero si es que eran amigos, eso se sabe.
Cuando Otegui estaba libre e iba a Barcelona, quien le recogía en el aeropuerto
era David Fernández, el de la sandalia.
Después de que muchos
líderes europeos hayan participado indirecta o directamente en la última
campaña catalana, ¿cómo le explicas a alguien de fuera lo que es la unidad de
España?
La unidad de España no hace falta que se explique. Primero
viene de una nación histórica que arranca con los Reyes Católicos, hay una
nación cívica e institucional que es la que los hombres de Cádiz consiguen en
1812 poner en una constitución democrática, donde dicen que la soberanía reside
en el pueblo español, que no es propiedad de una familia llamada Borbón, ni es
patrimonio de unos banqueros. Es una constitución en la estela de la que
estaban haciendo los Estados Unidos o la Revolución Francesa. Las ideas
ilustradas convergen en esa constitución y desde entonces España se configura
como una nación de libres e iguales. Luego sabemos que Fernando VII la
traiciona e impone el absolutismo, pero la unidad de España es la conquista de
un pueblo civilizado que decide gestionar sus asuntos y que por delegación vota
a unos políticos que gestionan los asuntos públicos. Pero claro, pretender que vote
un conjunto de España, que son los catalanes, sobre el 20% del PIB nacional…
pero ya fuera de la tasa económica, lo que dice la ley, y esto se explica poco,
es que tú y yo somos copropietarios de Barcelona igual que un barcelonés lo es
de Málaga. Un barcelonés es copropietario jurídicamente del resto del
territorio español. La grandeza de la Constitución es que el territorio es de
todos los españoles, y los lazos de afecto, de cultura, e incluso de lengua, es
un derecho inalienable por una parte, es decir, que nadie puede decidir por el
todo. No es verdad que los asuntos de Cataluña solo afecten a los catalanes.
Los andaluces, los extremeños que fueron allí a hacer grande esa ciudad, esa
comunidad durante décadas están concernidos por este tema. No es un asunto de
los catalanes. La hipotética, que no llegará nunca, independencia de Cataluña
se traduciría inmediatamente en un empobrecimiento general de las dos partes
absurdo. Sólo tiene una razón de ser que es el egoísmo de una parte para
gestionar sus asuntos cortando el flujo de solidaridad para revertir en su
beneficio, que tampoco está claro eso. Evidentemente habría una fuga de
inversiones, de capitales, tendría que ponerse a la cola para entrar a la Unión
Europea. Es un despropósito en una época que vamos hacia la globalización, que
vamos incluso a la anulación de las nacionalidades como las entendemos. La
nación-estado del siglo XIX, ese concepto, a futuro va a ser superado también. Al
final habrá 5-6 regiones; América, Europa, el sudeste asiático… y vamos haciendo eso. Pretender una reacción aldeanistas, que yo creo que es agorafobia: tengo miedo
al mundo y me encierro con un pallés, con una boina y me encierro en mi aldea.
No hombre, no hay que tener miedo al mundo libre. Usted es ciudadano europeo y
español y hay que intentar hacer pedagogía de una nación constitucional. El
nacionalismo no es moderno, no es una idea guay. Lo verdaderamente moderno es
la nación cívica y racional regida por una constitución mientras duren los
estado-nación, que a lo mejor el proyecto europeo fracasa y hay que volver otra
vez a la moneda nacional, que a mí me parecería un error. En pleno proceso de
construcción europea, de unión monetaria y fiscal y vamos cada vez a más unidad.
De hecho ya están diciendo los socios europeos que hay que acabar con los
fueros vascos y navarros, es absolutamente contraproducente el proceso
independentista, a menos que se entienda como lo que es, como un blindaje del
caciquismo propio: nosotros nos repartimos esto sin el ojo de Montoro, nos
repartimos Barcelona y tenemos el control sobre todo, por lo que no sólo no
desaparecería la corrupción en una Cataluña independiente sino que se
institucionalizaría.
En una entrevista leía
que explicabas cómo vivían los periodistas con Zapatero, que se vivía bien,
cómo se hacía con Rajoy, que era mejor, y que con Podemos “viviremos de puta
madre mientras no abran las checas”. No sé si ahora que han relajado el mensaje
tu opinión es distinta.
(Risas) En ese momento era cuando Pablo Iglesias decía que
los medios privados no deberían existir, que el periodismo tenía que ser de
titularidad pública, que las empresas debían ser nacionalizadas, en fin, era un
discurso comunista. Ese Pablo Iglesias de hace un año no tiene nada que ver con
el que tenemos ahora. Yo, además, he podido coincidir con él en alguna tertulia y
aparte de escuchar su discurso, el Pablo Iglesias que recibe a Ana Rosa
Quintana en su casa y sale a hacer footing no es el de hace dos años, y él se
ha dado cuenta. Se ha dado cuenta de que las elecciones se ganan por el centro
y que el comunismo a lo único que puede aspirar es a ser Izquierda Unida
eternamente, y él no quiere ser IU. Él lo que quiere es ser el PSOE. Quiere
hacer lo que ha hecho Tsipras en Grecia, que es desalojar al PASOK, quitarse
los rescoldos monederistas, los Monederos que tenía Tsipras en su partido los ha
echado: los Varoufakis y tal, y se ha quedado con una Siryza que ahora es
socialdemócrata. Y eso es lo que quiere hacer Pablo Iglesias con Podemos, y lo que
está intentando. Aquí, por ejemplo a Teresa, la líder de Podemos en Andalucía,
no le gusta eso y ha alzado ya su voz porque él está intentando hacer la
pedagogía desde la cúpula de Podemos de que con el radicalismo, la bandera roja
y el Ché Guevara no van a ningún lado, y ya se ha visto en estas elecciones que
han sido un auténtico fracaso para ellos porque no han sabido posicionar a su
candidato. Entonces, creo que Pablo Iglesias ya no es el que era y creo que eso
hay que celebrarlo, porque alguno de sus diagnósticos los compartimos todos:
dice que ha habido una casta, que ha habido puerta giratorias, politización de
la justicia, corrupción casi sistémica. Eso son cosas obvias. Son cosas que te
lo dice cualquier ciudadano y hasta diputados del PP fuera de cámara. El
colectivismo, la nacionalización de la banca y (risas)… sería profundizar el
problema. La solución no es la Unión Soviética, sino precisamente una sociedad
mucho más abierta y más transparente.
También decías que la
socialdemocracia es el único sistema viable en Europa.
En Europa sí, en Estados Unidos, por ejemplo no. Pero es
verdad que en Europa, cuando se decía que PP y PSOE son lo mismo pues tenían
razón, es que tienen que serlo. En toda sociedad civilizada se ha llegado a un
consenso por el que la derecha asume el pago de impuestos como forma de redistribución
de la riqueza y por tanto renuncia al enriquecimiento y acepta el control
bancario y presupuestario por parte del sector público, cosa que cabrea a los
liberales pero que es necesario para disminuir las desigualdades, y al mismo
tiempo la izquierda tiene que asumir que la economía intervencionista no lleva
a ningún lado y que hay que asumir la economía de mercado. Cuando la izquierda
renuncia al marxismo y la derecha asume que sus impuestos deben ir destinados a
soportar el estado de bienestar, tenemos una forma mixta que es la que hay en
Alemania, en Francia, en todas las sociedades civilizadas. Hay pequeñas
variaciones, en eso se basa la alternancia política. En que a lo mejor el PSOE
hace una partida presupuestaria en la que carga un poco más de dinero para determinadas
políticas de igualdad, aunque tampoco porque la derecha también la derecha ha
cogido esa bandera. Es que ya no es tan fácil porque fíjate que las últimas
banderas ideológicas que quedaban como el aborto, el matrimonio gay la derecha
también ha asumido las banderas de la izquierda. La diferencias son muy leves,
de alternancia pura y dura de personajes quemados o corruptos. Pero lo que es
la ideología principal en toda Europa es la socialdemocracia. Ese es el centro
del tablero como diría Pablo Iglesias.
Pasemos a
hablar de periodismo. Cuéntame la experiencia de trabajar de freelance
a tener un trabajo fijo.
He estado dos años trabajando como freelance tras tener años
también una nómina en La Gaceta, cuando me apunté al ERE voluntario en marzo de
2013 hasta mi fichaje por El mundo en enero de 2015. Fueron meses de buscarte
las castañas, de vivir a 50 euros el post, de multiplicarte en tertulias
deportivas, políticas a cualquier hora del día, de la noche para poder llegar a
fin de mes. Pensaba que ya nunca iba a salir de ese mundo,que el futuro del
periodismo era la precariedad digital, y que sólo unos pocos privilegiados
podían tener sueldos dignos en los periódicos de papel o en las radios o en las
televisiones. La fortuna, y quiero pensar también que mi esfuerzo, porque nunca
dejé de escribir, ni de leer ni dejé de llamar a puertas, que creo que es el
mensaje que tengo que darle a la gente de mi generación o más jóvenes que yo,
es que la meritocracia al final se tiene en cuenta, que el autodidactismo y la
tenacidad tienen premio. Bueno, pues recibí la llamada de Casimiro
García-Badillo. Para entonces yo ya estaba en El Confidencial, e iba a empezar
a hacer más cosas para ellos, que es el medio digital nativo más importante.
Poco a poco iba sacando la cabeza, al final si uno se empeña y trabaja creo que
es posible dar el salto. Ahora, evidentemente la competencia es mucho mayor que
antes porque todo el mundo tiene un blog, todo el mundo escribe, todo el mundo
habla o monta un podcast. En fin, digamos que el acceso al periodismo mainstream,
al periodismo industrial, a lo que queda de industria en las grandes cabeceras
la criba es brutal. Estoy muy agradecido a la oportunidad pero al mismo tiempo
creo que hay mucho ojeador del viejo periodismo que se da cuenta que tiene que
tirar de la joven cantera. En este país hubo mucho tiempo que hubo una casta
periodística -por decirlo en términos de Podemos- que taponó el relevo generacional.
Quedaban los mismos y en los mismos puestos desde la época de Tejero. Los
mismos que contaron la transición estaban hasta hace tres, cuatro, cinco años
ocupando las radios, las tertulias o las columnas. Entonces en redacciones como
en El País apenas habían tenido relevo. Y esto desespera a gente como yo,
nacido en los 80, gente con muchas ganas, con bagaje, que estaban golpeando la
cabeza contra un techo de cristal. Creo que en los últimos tiempos están
pasando cosas, se están creando muchos medios nuevos, Pedro J ha movido mucho
el mercado con El Español y eso ha provocado muchos movimientos colaterales.
Pienso que es un buen momento para el periodismo, pero hay que olvidarse del
periodismo pagado como en la época dorada de final de siglo XX, que era cuando
hacer periódicos era un verdadero negocio. Pero creo que va a haber espacio
para vivir dignamente del oficio. Tengo amigos que escriben en medios digitales
y empiezan ahora a tener un salario digno. Hay otros que no, yo he sido de los
que no. Me conozco todos los tramos del proceso. Lo que te puedo decir es que
se están moviendo cosas ahora. Los empresarios de medios están buscando caras
nuevas, voces nuevas, plumas nuevas.
Julio Ariza decía en
febrero que los periodistas que salíais de La Gaceta estabais estigmatizados.
Lo que pasa es que Ariza se intentaba atribuir el mérito
como si hubiera enseñado algo a alguien. Yo no entré en Intereconomía,
Intereconomía absorbió el periódico donde yo estaba trabajando, La Gaceta de
los Negocios. Yo empecé en una editorial de revistas con 20 años, por la mañana
estudiaba por las tardes escribía. De ahí doy el salto a un diario local de
Madrid donde estuve dos años y de ahí, a base de escribir, de presentar ensayos
a revistas y de llamar a puertas, porque no hay otro camino, entré en La Gaceta
de los Negocios. Por aquel entonces la dirigía José María García-Hoz, que me
hizo mi primer contrato serio y bueno, tenía entonces 26 años, era 2008. Estuve
un año y medio trabajando ahí, un periódico nacido económico pero con una
vertiente generalista. Aquello económicamente fue fatal, y ya en 2009 nos
compró Intereconomía con Carlos Dávila como director. Yo llevaba escribiendo
columnas desde los 20 años, siempre quise ser columnista. Y fue Maite Alfageme,
que era subdirectora de La Gaceta, la que leyendo mis textos me dio la
oportunidad de ser columnista en un periódico nacional como era La Gaceta, muy
escorado, difícil de penetrar en el mercado, difícil de recabar la atención de
los medios porque partías de una posición complicada. Pero el hecho de que por
entonces gobernara Zapatero hacía muy atractiva la idea de escribir contra el
poder. También había cosas totalmente inasumibles. En Intereconomía he
aprendido muchas cosas malas de lo que no hay que hacer, pero también es
aprendizaje. Había auténticos disparates, y la redacción que estábamos ahí
tenemos grupos de WhatsApp donde nos pasábamos cosas para descojonarnos. Está
por escribir el libro, que siempre que me reúno con mis amigos de La Gaceta, el
libro de la intrahistoria de Intereconomía porque todo el mundo tiende a pensar que todos los periodistas que trabajan en un medio asumen cien por cien
la ideología del medio, es decir que han llorado para entrar en ese medio,
cuando todo el mundo sabe que no es así. Hay gente de la COPE en laSexta, hay
gente de la SER en COPE. Uno hace lo que puede y cae donde puede, esa es la
verdad del periodismo. El lector que no sabe cómo es el mundillo se cree que
cualquier periodista asume cien por cien la línea editorial del medio para el
que trabaja. Esto en Intereconomía era algo absurdo, porque allí había gays,
lesbianas, salíamos todos los jueves… la gente se piensa que parábamos a las
doce para rezar el Angelus con el brazo en alto. El ambiente en La Gaceta era
superdivertido y relajado de lo que se ve desde fuera, pero evidentemente llega
un momento en el que hay auténticos disparates, se destrozaba cualquier norma
de deontología profesional básica. Pero eso también sirve para aprender. Cuando eso se fue financieramente a la ruina, pues
evidentemente uno sale de ahí de que sale con un estigma que tiene que
limpiarse, que es injusto porque en realidad si uno solo juzga no el sitio
donde estuvo, sino los textos de los que se hace responsable, con su firma, no
hay nada en los textos que yo personalmente me arrepienta. Uno puede tener
evoluciones, más o menos, pero de esto que se hace mucho desde los medios de
enjuiciar la carrera de un periodista por los medios por los que ha pasado y
hacer responsable al plumilla de las locuras de un presidente o de un
determinado ideólogo extremo es profundamente injusto, y quien hace esas
críticas sabe que es injusto, pero lo hace porque esto es un medio caníbal en
el que el desprestigio del otro puede revertir en el beneficio propio, pero
como es una jungla sabemos las reglas. Pero al lector, al oyente, al
televidente hay que decirle que la identificación entre medio y periodista no
es legítimo.
Cómo es la relación
entre los tertulianos de radio y televisión fuera de emisión.
El mundillo de los tertulianos es otro libro que hay que
escribir. Hay mucha gente que me dice ‘¿pero las posiciones están prefijadas?
¿Tú te pones a la izquierda, derecha, en función de lo que diga el presentador?’ No es así, de hecho cuando vamos a publicidad la cordialidad es la norma. Ni siquiera entre Marhuenda y uno de Podemos hay ningún problema, se asume que la
televisión tiene mucho de show. Es un circo donde, cuando se pone el piloto en
rojo, tú haces tu papel, el que lo quiere hacer. Yo me considero muy mal
tertuliano, porque si uno intenta quedarse en la zona de grises, si tu opinión
no es contundente y el presentador lo sabe, no te va a dar bola. Es un poco
incómodo, pero al mismo tiempo es divertido. Yo por qué voy a las tertulias;
pues aparte de por el dinero, voy porque tengo la esperanza de vender mi libro.
Por ejemplo en la feria del libro esta pasada primavera algunos que venían a mi
caseta me decían ‘te he visto en laSexta’, y mira, para eso ha servido, porque
yo me considero torpe hablando en televisión, en radio. Eso es un aprendizaje
también, eh. La gente se burla de los tertulianos, pero vete tú a la
televisión a hacer una intervención sabiendo que está todo Twitter con los
dedos puestos para ridiculizarte y que después habrá cinco mil vídeos en
YouTube. No es tan fácil ser tertulianos. Hay que reivindicar la figura del
tertuliano, más allá de que haya tertulianos que son payasos u hombres de
siglas pagados o que quieren ganarse el favor de un poder o de otro. El
tertuliano es un producto barato, da audiencia y España ahora mismo consume
política. Quién nos iba a decir que la noche del sábado, que era la noche de
José Luis Moreno con los desfiles de lencería, ahora la gente iba a estar
pegada a La Sexta Noche viendo debatir a Elisa Beni con Marhuenda. Pero bueno,
la coyuntura política es lo que ahora pide. Pero me gustaría reivindicar la
figura del tertuliano, sobre todo el que intenta abrirse paso sin ninguna
bandería. Ahora creo que falta una tertulia menos politizada, más libre, con
menos audiencia probablemente, que no dependiese de la audiencia y donde la gente
pudiese hablar sin tapujos. Porque luego conoces a uno de Podemos o a otro de
cualquier partido y lo más interesante te lo dice fuera de cámara. Es una
putada que eso no se vea. A veces piensas ‘por qué estamos dando este
espectáculo polarizador cuando si de repente vieran a Marhuenda con uno de
Podemos de cine durante la publicidad, igual estaríamos un bien a la
convivencia’.
Pienso en un programa
como La Clave.
Sí claro, La Clave ahora qué haría, ¿un 2% de share, en una tele
pública o en una radio a las doce de la noche que no hubiese fútbol? Es
complicado, si yo entiendo la ley de la rentabilidad es la que es, pero es una
pena.
Has llegado a El
Mundo haciendo crónica parlamentaria, reportajes y escribiendo sobre el Real
Madrid. ¿Sientes la presión por ser el suplente de Jabois?
Cuando Jabois se va a El País deja un hueco que varios
amigos míos me dijeron ‘es tu hueco, inténtalo ahora’. Y supongo que tiene que
ver el hecho de que seamos más o menos jóvenes, aunque me saque cinco años, del
Madrid y con cierta versatilidad: escribimos de fútbol, de política y de cultura.
Así que sí, un poco sí. Por lo demás, no nos parecemos en nada, ni en forma de
escribir, ni en ideas, ni en nada más. Pero presión…
Jabois es como una estrella del rock.
Yo le conocí en Pontevedra en 2012 cuando todavía no había venido a Madrid, y la relación conmigo es de respeto y de igual a igual. Yo le quiero mucho, es amigo mío, le tengo admiración, hablamos con regularidad. Pero es eso, una relación en pie de igualdad, de amigo. Nos consultamos cosas y tal. También soy un tipo con bastante vanidad y para sentir presión tienes que tener la autoestima baja (risas).
Yo le conocí en Pontevedra en 2012 cuando todavía no había venido a Madrid, y la relación conmigo es de respeto y de igual a igual. Yo le quiero mucho, es amigo mío, le tengo admiración, hablamos con regularidad. Pero es eso, una relación en pie de igualdad, de amigo. Nos consultamos cosas y tal. También soy un tipo con bastante vanidad y para sentir presión tienes que tener la autoestima baja (risas).
Siempre utilizas el
adjetivo “entrañable” para referirte a los descalificativos “facha” y “rojo” en
España.
Mi postura cuando escribo siempre es irónica. Nunca entro a los temas ahí como hocicando y con los cuernos. Pienso
que no es eficaz ni es el estilo que me gusta. Por eso siempre busco la vuelta
irónica, pero no como algo artificial, sino porque realmente pienso que es
absurdo tomarse en serio algunos temas. La forma de desactivar el
apasionamiento es la ironía. Uno de los instrumentos de la ironía es fingir
afecto hacia algo que te parece absurdo pero que en lugar de decir “esto es una
mierda” dices que es “entrañable”. Creo que el lector inteligente se da cuenta
que es una forma estilística de acercarte a algo que te repugna. Son recetas de
estilo, no hay más.
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