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| Fotografías por Andrea MS. |
Resulta un ejercicio complicado imaginar otro evento capaz
de congregar en un mismo espacio cerrado a amantes del flamenco, del rap o del
reggaetón, a chavales que visten ancho y van rapados o a otros que optan por
los pantalones de pitillo y el tupé. Incluso algún rasta, y también un
emocionante imitador de Freddy Mercury. Todos ellos tenían algo en común:
bebían de la fuente.
Hace diecisiete meses, un granadino del barrio Corea de
Armilla que se hacía llamar Dellafuente daba su primer concierto en la sala Efecto Club de Granada. Apenas
cuarenta personas en la sala. El día 9 de octubre reventó la Tren tras colgar
el ‘sold out’ en Barcelona y telonear a Marc Anthony o Daddy Yankee. Se ríe del
tiempo. No hace tampoco mucho desde que grabara su primera canción. Fue en 2010
y gracias a una oferta en la tienda de ropa Dr. Fli, que alberga un estudio en
su interior. Ya en ese tema introdujo guitarra, cajón y cante; él viene del
flamenco.
Una cosa llevó a la otra y conoció a Vicente El Vizio, que
sí disponía de medios como para hacer música sin sacrificar el dinero del
tabaco. La sintonía fue fructífera desde el principio y nacieron canciones
originales cuanto menos que a veces era complicado tomar en serio por frases
como “sueña con ser peluquero de conejos”.
Su irrupción coincidió con la vuelta por la puerta grande de Maka, su ídolo
musical más cercano y que lo apadrinó, y los comienzos del fenómeno Pxxr Gvng.
Pronto Dellafuente supo madurar su estilo propio.
Sin renunciar al cachondeo, pues sobre todo canta para
divertirse, y ni mucho menos a la variedad musical, el granadino se toma cada
vez más en serio su música y nos permite asomarnos a su sentir de forma más
frecuente. Pasar de echar unas risas a echar unas ‘lagrimillas’, sin dejar de
bailar de por medio. Y cada canción que hace es mejor. Azulejos de corales, su primer disco, ha supuesto su primer gran
legado tras la época de subir canciones cada semana. Algo que, no obstante,
tampoco parece que se vaya a frenar.
El concierto
Arrancó el concierto Maka, quien acatarrado hizo el
esfuerzo. No pudo por tanto llegar al nivel que ostenta pero no decepcionó. Le
vino bien la ayuda de Vicente El Vizio, que cantó sus dos temas de ‘Pvreza’ y avivó el concierto con buenos
coros, contagiando al del Polígono Norte, con una buena representación de su
barrio aclamándolo. Dellafuente contemplaba con una sonrisa desde la zona vip.
Maka fue –y sigue siendo- su espejo pero además es su mayor apoyo en la música.
Aún le admira.
Pero llegó el momento de los azulejos y los corales y la
Tren explotó en euforia. Las canciones elegidas para su último trabajo se
fueron sucediendo entre palmas flamencas y vítores. Dellafuente presume, y hace
bien, de haber estado callado desde el principio y haberse limitado a hacer
música, lejos del ruido mediático y también poco elegante de otros grupos ‘del
mismo palo’. Es un tipo tímido, Dellafuente. Una humildad que le está haciendo
ganar adeptos.
Durante la velada se fueron sucediendo el rap, el
reggaetón, el flamenco, el trap y la salsa. Nada que los asistentes no supieran
de antemano. A la palestra saltaron "Al Vacío", "Se me pone violenta", "AMG - COCO", "Siempre preguntando" y "Consentía", que en primer lugar apareció como remix y que cerró el concierto en su versión original, quizás la joya que más brillo ha tenido con el sello de Dellafuente. Se bailó todo, todo se coreó y todo fue aplaudido. Un público que,
en definitiva, ha vencido a los complejos ayudado por Dellafuente y su música.
El mérito del granadino es haber puesto en tela de juicio el por qué elegir
entre un estilo u otro pudiendo disfrutar de todo. Muchos no se lo habían planteado
antes.
Llevaba tiempo la ciudad de la Alhambra buscando un referente en música urbana. Creyó tenerlo con Freshmakers pero su fuego se apagó, y ahora llega un nuevo intento con ganas de quedarse. Que Dellafuente está enamorao’ lo sabe todo el Zaidín. Que Granada está enamorá’ de Dellafuente, lo sabe toda España.
Dellafuente punto de inflexión en la música española.
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