Javier
Gallego, 'Crudo', nació para ser locutor de radio: ya desde niño imitaba las
narraciones futbolísticas de los locutores, y conforme crecía, esa afición iba
a más. Después de actuar como co-director y guionista en gran cantidad de
programas de radio y de televisión, le llegó el momento de alzar la voz en Radio
3. Y de qué manera. Durante los tres años que duró en antena Carne Cruda sacó
los colores a todo el panorama político nacional, pasando a su vez, como no,
por la religión y la monarquía. Pero esa libertad de expresión no podía durar
demasiado en un medio público: el 31 de agosto de 2012, justo después de volver
de vacaciones, a Gallego le informaron de que Carne Cruda no volvería a
emitirse. La cadena privada la SER le dio voz dos años más, lo que duró las críticas irritantes de Gallego. Desde entonces Carne
Cruda se emite en la web de su "república independiente" con la
colaboración de eldiario.es.
A todos nos sorprendió que Carne Cruda dejara de sonar en Radio 3 de la noche a la
mañana, teniendo en cuenta que era el programa con más oyentes de la parrilla
en esos momentos. ¿Hasta qué punto te pilló por sorpresa?
No
solo lo sospechaba yo, también lo hacían los oyentes. De hecho, antes de que
ocurriese se creó una plataforma de apoyo al programa por lo que pudiera pasar,
bajo el título "Salvemos Carne Cruda". Podría decirse incluso que los
oyentes estaban más preocupados por el programa que yo, puesto que a mí el
director de Radio 3, que había sido recién nombrado, Tomás Fernando Flores, me
aseguró que el programa iba a continuar. Es algo que le pregunté en cuanto fue
nombrado. Hombre, yo tenía sospechas porque tenía compañeros que acababan de
perder su programa, como Juan Ramón Lucas y Toni Garrido, pero al negármelo el
propio director en repetidas ocasiones y habiendo aceptado una rebaja de sueldo
por los recortes que estaba habiendo en RTVE, yo me fui de vacaciones con el
convencimiento de que íbamos a continuar. De hecho, no me despedí, incluso dejé
programas grabados.
Aún así, se puede decir que te
despediste en condiciones con el artículo que publicaste el mismo día que te
enteraste, "Venceréis pero no convenceréis".
Afortunadamente
tenía la posibilidad de publicarlo en eldiario.es. En cuanto me enteré de la
noticia lo primero que hice fue llamarles y pedirles que me publicaran algo
para poder despedirme de los oyentes y darles una explicación desde mi punto de
vista. Además, como medios también quisieron dar la noticia. En ese momento
además estaba muy de actualidad el despido de periodistas de RTVE, Ana Pastor también se
acababa de ir, y estuvieron encantados de publicarlo.
Carne Cruda continuó con su versión
2.0 en la Cadena SER, ¿te sentiste más protegido en ese medio a la hora de
emitir tus programas?
Los
tres años que estuve en Radio 3 con Lara López como directora y Benigno Moreno
como director de programas me sentía absolutamente protegido, de hecho, tenia
libertad plena para elegir contenidos sin injerencia de ningún tipo por su
parte. Tan solo un par de ocasiones comentamos algunos temas que pudieron ser
polémicos, pero nunca intervinieron ni trataron de cambiar la línea editorial,
simplemente me advirtieron que había puntos delicados como la Iglesia o la
Monarquía y que lo tuviera en cuenta. Yo tenía libertad total hasta el cambio
de dirección, además de una manera drástica, sin ningún tipo de negociación de
"por este camino no me gusta", o "podríamos valorar algún
cambio", que tampoco creo que lo hubiera aceptado, puesto que si por algo
se destacó el programa es por esa libertad editorial que tenía. En la Ser
también he estado a gusto, con libertad, siguiendo esa línea que habíamos
marcado, si ellos decidieron coger el programa es porque ya lo conocían y
sabían cómo era. Lo que sí me hubiera gustado es que el programa pasara a
antena, ya que solo se podía escuchar por la web, simplemente para tener más
altavoz.
¿En algún momento te has sentido censurado
por Cadena SER?
En
todas las empresas hay ciertos puntos que son delicados, y el programa Carne Cruda
es un programa muy incisivo en algunos puntos y surgen polémicas que se
discuten con el jefe y hay que tener cierta cintura para bordearlos y
sortearlos. Al fin y al cabo, es una empresa privada con sus intereses
publicitarios y su línea editorial, lo que pasa es que ellos respetaron la
independencia de este programa porque fue una de las condiciones que yo puse,
porque si no se respetaba era cargarse el espacio. Ellos lo respetaron, lo
entendieron así, y sí que existieron discusiones con determinados asuntos, pero
no demasiado graves. Es verdad que los medios se encuentran en una situación
muy delicada últimamente: dependen mucho de las inversiones en publicidad de
grandes grupos empresariales y bancarios, y eso limita la libertad de prensa
del periodista, igual que limita la precariedad laboral en la que nos movemos
muchos. Estamos en un momento de tira y afloja en los medios convencionales y
los grandes medios, que pertenecen a financieras y constructoras en España, lo
cual es muy delicado porque estamos hablando de un país que está sufriendo los
avatares de una crisis generada fundamentalmente por esos dos estamentos.
Mejor andar con cuidado y no hablar
muy alto...
No,
al contrario. Hay que hablar alto pero utilizar la inteligencia para bordear
esos obstáculos. En ese sentido, el humor que nosotros utilizamos como arma es
una buena manera de esquivarlo. Yo suelo decir que es la herramienta que te
permite decir ciertas cosas y evitar una querella.
Sobre el humor, cada vez tiene más
éxito en España el periodismo satírico, claro ejemplo de ello es la Revista
Mongolia. ¿Cómo de necesario consideras este humor, muchas veces más
considerado venganza humorística que informativo?
Creo
que Mongolia tiene las dos facetas, tiene una parte humorística muy ácida y
salvaje, muy necesaria en estos tiempos, pero además también tiene las Reality
News, ésta que dice "si a partir de aquí se ríe es bajo su
responsabilidad", que publica sobre todo confidenciales y noticias que
aparece en pocos medios, y precisamente hablan de las cloacas del poder y los
medios. Muchas veces es necesario conocer las alcantarillas de la profesión. A
mí me parece muy necesario en estos tiempos que el humor sirva tanto de crítica
como de escapatoria. Han sido años muy supresivos y dramáticos, y esa risa con
mensaje, que por mucho que diga en su portada que no tiene mensaje alguno, es
mentira.
Carne Cruda se considera una
válvula de escape para mucha gente: después de oír tu programa muestran su
descontento en las redes sociales. ¿Crees que gracias a programas como el tuyo
las calles se llenan más de gente?
Pensar
que un programa como el mío llena las calles de gente es demasiado pretencioso.
No creo que tengamos tanto poder de convocatoria ni de agitación. Además
tampoco es nuestra función, es más informar y crear un espíritu crítico.
Nosotros podemos hacer de altavoz de fuerzas sociales y movimientos que han
concienciado a la ciudadanía, pero yo no adjudicaría al programa el mérito de
haber sacado a una sola persona a la calle. Los que de verdad sacan a las
personas a la calle son los políticos con sus acciones.
Un empujoncito sí que dais...
Hacemos
lo que podemos. Yo nunca he ocultado que estoy con la calle y con esa
indignación popular, en estos tiempos lo que es inexplicable es no indignarse.
Sí hemos puesto nuestro pequeño granito de arena, pero somos una gota en el
mar.
¿Hay esperanza en el periodismo?
A
pesar de que estamos en un momento desesperanzador, tengo esperanza en el
periodismo. Precisamente está habiendo un despertar de los periodistas que ya
no van con la inercia. Son pocos todavía los medios que están surgiendo pero sí
que es verdad que están ofreciendo una competencia a los grandes medios
bastante llamativa y cada vez es más la gente que se está fijando en ellos.
Podríamos llamarlo revolución dentro del panorama mediático en España, puesto
que sus discursos son mucho más comprometidos y creo que esto también está
haciendo reaccionar a los medios más grandes. El periodismo, aunque en momento
difícil podría decirse que no está en una era dorada, pero sí de plata, que
está tomando cada vez más conciencia de lo que significa esta profesión y se cuida
más. Ese es uno de los aspectos más positivos de este momento de crisis. Entre
todos los escombros, la gente está empezando a reconstruir.
La publicación de tu libro de
poesía Abolición de la pena de muerte fue una sorpresa. ¿De
dónde salió esta idea?
En
realidad yo llevo escribiendo poemas desde hace bastante tiempo, de manera
interrumpida y no muy constantemente, pero sí que en ciertas épocas de mi vida la
he cultivado cuando he podido, sobre todo cuando he sentido la necesidad. Estos
poemas se empezaron a fraguar y a escribir hace tiempo con vaivenes emocionales
de mi vida, y cuando vi que tenía algo publicable empecé a moverlo por
editoriales hasta tener la suerte de encontrar a Arrebato, una editorial
pequeñita de Barcelona que tiene también una librería, que sabía que iba a
cuidar el producto mucho más que haciéndolo con una editorial más grande.
La música también juega un papel
muy importante en tu vida: Además de ocupar una parte importante de tus
programas, tocas en un grupo de música, Forastero, ¿Cómo consigues compaginarlo
en tu vida diaria?
Respirando
poco, viendo menos a la familia y desgraciadamente descuidando otras áreas como
las amistades, que tienen muchísima paciencia conmigo y perdonan mis ausencias.
La verdad es que me queda poco tiempo para mi vida personal, muchas veces tengo
que hacer verdaderas filigranas para compatibilizar horarios para tener algo de
tiempo libre, apenas dejo espacio para la soledad y la reflexión.
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