|Facebook,
Diez de la mañana. El marco de la entrevista es espléndido: restaurante del hotel Maestranza, el paseo marítimo a un lado, la plaza de toros de la Malagueta al otro y la estatua de Cánovas del Castillo entre ambas localizaciones. Antón Losada (Lugo, 1966) desayuna café, algo de fruta y tarta de manzanas. "Siempre que hay cojo las tartitas estas, y sin café no soy persona". Durante la entrevista se toma una taza, ya llevaba dos antes. Lee prensa para hacer tiempo hasta que llego. El periodista se encuentra en Málaga donde el día anterior protagonizó el coloquio 'periodismo a tragos', promovido por la Fundación Manuel Alcántara. Y con semejante nombre para un ciclo Resaca Cultural no podía faltar.
Leo en tu perfil en eldiario.es que eres de A Mariña de Lugo. ¿Cuándo sales por primera vez de Galicia para hacer periodismo?
Diez de la mañana. El marco de la entrevista es espléndido: restaurante del hotel Maestranza, el paseo marítimo a un lado, la plaza de toros de la Malagueta al otro y la estatua de Cánovas del Castillo entre ambas localizaciones. Antón Losada (Lugo, 1966) desayuna café, algo de fruta y tarta de manzanas. "Siempre que hay cojo las tartitas estas, y sin café no soy persona". Durante la entrevista se toma una taza, ya llevaba dos antes. Lee prensa para hacer tiempo hasta que llego. El periodista se encuentra en Málaga donde el día anterior protagonizó el coloquio 'periodismo a tragos', promovido por la Fundación Manuel Alcántara. Y con semejante nombre para un ciclo Resaca Cultural no podía faltar.
Leo en tu perfil en eldiario.es que eres de A Mariña de Lugo. ¿Cuándo sales por primera vez de Galicia para hacer periodismo?
Salgo cuando voy a hacer el bachillerato a A Coruña y la carrera en Santiago. He combinado
siempre mi actividad académica con la presencia en medios de comunicación. Pero
yo de Galicia no he salido nunca. Viví temporalmente en Madrid un par de años,
mientras era el director general del grupo Radio Voz pero ya no me he vuelto a
ir nunca. Entro y salgo.
¿Entras en el
periodismo por la política o en la política por el periodismo?
Entro en el periodismo porque siempre me ha gustado. Empecé haciendo
radio en Radio Catro, que era la emisora en radio nacional en Galicia, en
gallego, que se cerró con la excusa de los recortes en los años 90. La excusa
de los recortes no es de ahora, es de siempre… Empecé haciendo programas, me
dedicaba más a la gestión cultural y a la música. Poco a poco, conforme iba
orientando mi actividad académica hacia la ciencia política, me fui dirigiendo
hacia el análisis político y el comentario de la actualidad, que siempre
ha estado muy vinculada a mi trayectoria docente. El paso a la política tuvo que
ver con un momento de cambio que se estaba dando en Galicia, una Galicia que
siempre había sido gobernada por el Partido Popular. Se abrió una expectativa
de cambio en la que yo contribuí en alguna medida y creía que era algo que
tenía que hacer, que siempre me planteé como una situación temporal. Nunca
pensé en quedarme allí, y que tan pronto considerase que mi ciclo había terminado
pues volvería a lo que era mi actividad natural -que es lo que me gusta hacer-; por un lado la ciencia política y por otro el análisis de la actualidad en los
medios de comunicación. Más que nada porque creo que la universidad tiene que
estar en contacto con la actualidad. Es algo que cuando he estudiado fuera, en
Estados Unidos e Inglaterra, ves que los politólogos hacen con mucha
naturalidad: la presencia en los medios de comunicación para explicar y
transmitir su conocimiento. Creo que la ciencia política debería
hacer con más frecuencia y naturalidad. Lo más normal en una noche electoral en
esos países es ver todas las televisiones y cadenas de radio llenas de
profesores de ciencia política explicando los resultados a la gente.
¿Qué opinión te
merece que muchos politólogos estén entrando a formar parte de partidos
políticos en España?
Bien. Creo que es bueno que gente que ha dedicado buena
parte de su vida a formarse en el funcionamiento de la política y en el funcionamiento
de las instituciones se incorpore a la política. Igual que es bueno que gente
que ha estudiado Derecho se incorpore a la abogacía y gente que haya estudiado
Medicina se incorpore a la práctica de la medicina. Espero que algún día esa
pregunta dejen de hacerla, que para eso entre otras cosas se estudia Ciencia
Política. Además me parece interesante la irrupción de muchos politólogos en los
medios de comunicación.
No sé si la carga ideológica que han perdido los partidos, los politólogos se la pueden devolver…
Eso el tiempo lo dirá. Más que la pérdida de la ideología es
que en muchos partidos el éxito electoral se basa en una estrategia que te
desdibuje ideológicamente para intentar ampliar al máximo tu base electoral. Es
la famosa tipología del 'partido atrapalotodo'. Creo que eso tiene más que ver
con las estrategias electorales y con la búsqueda de mayorías a que si se
dedican politólogos a la política.
Antón Reixa dijo que
inaugurabas la cultura democrática de la dimisión en 2007. ¿Por qué llega esa
desavenencia por la política?
Primero porque consideré que no tenía mucho más que aportar,
segundo porque ya te dije antes que mi paso fue siempre temporal, no tuve
intención de quedarme en la vida política, y un conjunto de factores personales
que dijeron que era el momento de abandonar.
Mi
continuidad generaba más problemas que soluciones. Además tuve una serie de
problemas con mi jefe de gobierno, algún problema judicial por un problema de
rotulación en la Xunta de Galicia que tuve que acabar declarando ante un juez
denunciado por mi socio de gobierno. Pero cuando yo dimito ya estaba todo
cerrado y archivado. Sinceramente fue una combinación de esos dos elementos,
consideré que por una u otra cosa ya no pintaba mucho allí. Soy de los que
necesitaba saber que cuando se levanta a hacer algo, es porque ese algo va a
reportable algún beneficio, no sólo económico. La satisfacción de hacer algo
que te apasiona, que te gusta.
Fuiste el número dos
del vicepresidente entre 2005 y 2007. ¿En ese alto cargo se sienten las
presiones por parte de poderes económicos?
Sí, pero tengo que decirte que son presiones perfectamente
soportables. De todas las cosas que hice y tuve que asumir, las
presiones de eso que se llama los grupos financieros y económicos nunca me
resultaron agobiantes ni extraordinariamente difíciles de resistir. Cuando uno
está, en un país como España, al frente de una administración pública es
impresionable. El poder y la capacidad que tienen las administraciones públicas
te blindan contra cualquier tipo de presión. El que alegue “es que hice esto o hice lo otro porque estaba muy presionado por grupos ajenos” simplemente está
poniendo una excusa.
¿Cómo era tu relación
con los periodistas durante esos dos años?
Fue tensa por dos razones, sinceramente. Primera porque los
periodistas están poco acostumbrados a que les lleves la contraria, especialmente
en ruedas de prensa y en comparecencias. Y segundo porque nosotros tuvimos un
entorno mediático bastante hostil. Pero curiosamente fue más tensa con los
medios públicos, la radio y la tele, donde se decía que yo tenía un poder
absoluto. Ahí es donde realmente tuvimos serios problemas con nuestro socio de
gobierno, el Partido Socialista, y con la línea que habían adoptado en la
televisión pública los servicios informativos. Era una cosa realmente
surrealista e infantil. En las informaciones del telediario a los miembros del
gobierno del BNG se les eliminaba de los planos. Era una cosa realmente
ridícula y absurda. Una especie de stalinismo del siglo XXI totalmente
ridículo. Pero no fueron especialmente fluídas las relaciones con la prensa. Yo
también asumo que tuve mi parte de culpa y responsabilidad.
¿Cómo es gobernar con
el PSOE?
(Risas). Cuando se dice que en España no hay
cultura de los gobiernos de coalición se dice una gran verdad. No se acaba de
entender lo que es un gobierno de coalición. Se entiende normalmente como una
especie de mal pasajero que hay que soportar para volver a tener la mayoría. Y
no es así. Hay que acostumbrarse que lo anormal es tener gobiernos con grandes
mayorías. Y uno de los grandes signos de modernidad que va adquiriendo la
política española en relación con los países de nuestro entorno es que los
tiempos de las grandes mayorías no van a ser la normalidad, ni van a ser
fáciles de mantener si vuelven a pasar. Hay que entender que gobernar en
coalición no es una situación excepcional que me toca y tengo que pasar una
legislatura y luego voy a volver a la mayoría. No, no. Vamos a tener que
acostumbrarnos a gobernar en coalición la mayor parte del tiempo. Entonces un
gobierno de coalición tiene que tener unos mínimos de compromiso y lealtad
entre los socios para que funcione. Mal si entras en la colación pensando que vas a hacer todo lo posible para fastidiar a tu socio porque tu objetivo fundamental
es aumentar el número de diputados a su costa. Al PSOE le falta mucha cultura
de coalición y le sobra mucha soberbia a la hora de gobernar.
Lo que más me está sorprendiendo del tránsito del bipartito
al cuatripartito, si es que al final se produce, es que vamos a una situación
donde los dos grandes partidos tradicionales ya no van a tener ese dominio
aplastante y dominador que llegaron a tener. Por ejemplo, en las elecciones
generales es posible que se repita algún escenario parecido al que estamos
viviendo ahora en muchas comunidades autónomas y ayuntamientos. Ninguno de los
dos tiene mayoría y el que encuentre antes socio, gobierna. Lo más sorprendente
es que mientras la gente está bastante preparada para gobiernos de coalición,
como así lo muestran las encuestas, son los partidos los que no están
preparados. Este espectáculo al que estamos asistiendo en las negociaciones de
estas semanas, que imagino que al final todo acabará bien, transmite una sensación
de amateurismo, de que no tenían este
escenario preparado, de que van a las reuniones a ver qué se les ocurre, cada
día salen con una condición nueva… Es un espectáculo un poco infantil. Me
parece asombroso que ningún partido tuviese preparado este escenario cuando era
evidente que se iba a producir. Estaba leyendo los periódicos y lo de hoy es un
show, cada uno sale con una cosa. Ciudadanos dice que si se aceptan las
propuestas de Podemos ellos no pactan, Colau dice que no va a seguir a ERC, por
Moncloa pasa todo el mundo menos Pablo Iglesias vaya a ser que nos rompa algo…
Es todo sinceramente muy amateur.
¿Esa entrada de nuevos partidos aumentará el control sobre
concesiones de contratos y transparencia?
Sin duda. Los parlamentos que no tienen mayorías claras, son
parlamentos que, si quieren, pueden controlar muy bien y mucho a un ejecutivo.
Hay mucha gente que ve el nacionalismo regional como fuerzas
excluyentes y no de manera emancipadora.
Primero porque hay una estrategia en buena parte de los
medios de comunicación y en el partido del gobierno, el Partido Popular,
para retratar así al nacionalismo. En la segunda legislatura de Aznar y en las
dos de Zapatero ese fue el eje fundamental, junto con el terrorismo, que se
cogió para hacer oposición. Acuérdate que se decía que Zapatero rompía España
todos los días, que estaba secuestrada por el nacionalismo excluyente. Entonces
a mí me parece hasta cierto punto normal que cierta gente comparta o acabe
interiorizando una imagen que se le repite todos los días. Pero igual que
interioriza esa, también lo hace con que Puyol y Arzalluz son grandes hombres
de estado que fueron capaces de pactar con Aznar en su momento. Una de las
cosas más preocupante que ocurre en la política en estos momentos, más allá de
estas caricaturas que creo son fácilmente reversibles, es que no se acaba de
entender que la demanda nacionalista que existe en Cataluña, en Euskadi y en
menor medida en Galicia no es un invento de los partidos que la representan,
sino que responden a una demanda social. Y que hay toda una nueva generación
de votantes que la relación y el esquema de ordenación territorial y de
equilibro de poderes que se establece en la constitución del 78 les parece que no es
suficiente y quieren una nueva fórmula, un nuevo pacto, un nuevo acuerdo. Y
cuando no hay esa disponibilidad pues prefieren irse. Y eso no es un invento de
TV3, ni de la televisión vasca ni de los partidos. Es que esa demanda social
existe. Estamos en un país que tiene una constitución que ha pasado de ser un
instrumento facilitador a convertirse en una barrera para todo, y eso no es
sostenible. La política es como el agua: antes o después desborda.
¿Desde Galicia se ve
con envidia sana la situación que se ve en Cataluña y en Euskadi?
Yo como nacionalista por supuesto. A mí me encantaría estar
en esa situación. He votado nacionalista toda mi vida y es lo que pienso seguir
haciendo.
Es una comparación recurrente que primero nunca se ha
correspondido con la realidad y segundo que al nacionalismo gallego a veces le
ha hecho más mal que bien. Cuando eres un partido que no eres ni por mucho el
mayoritario y se te compara sistemáticamente con otros partidos nacionalistas
que sí son mayoritarios y sí han gobernado la mayor parte del tiempo sus
comunidades autónomas es muy difícil mantener ese paso y esa velocidad. Meternos en un paquete ha tenido muchas ventajas, pero también para el nacionalismo gallego ha tenido un coste alto. Porque claro, tú que no gobiernas y que no eres
el mayoritario, estás continuamente a ofrecer las mismas prestaciones que
partidos que son mayoritarios y que gobiernan.
Antón Losada rodeado por Manuel Alcántara y Teodoro León Gross antes de participar en la tertulia 'Periodismo entre tragos'. | Fuente de la fotografía: Diario Sur.
Dentro del panorama nacional. Si PSOE y Podemos no acercan posturas, ¿qué mapa político se plantea?
Dentro del panorama nacional. Si PSOE y Podemos no acercan posturas, ¿qué mapa político se plantea?
Bueno va a depender de los
sitios. En las autonómicas y municipales habrá sitios donde los números den para eso y sitios donde no. No va a haber una situación homogénea. Sí creo que
el PP va a ser el gran beneficiado de la falta de ese acuerdo. Creo que el
Partido Socialista, como Podemos, como Ciudadanos, como Compromís, como todos esos
partidos deberían entender que la gente no ha votado pensando en unas
generales, que lo que tienen que resolver es el problema que se le ha puesto
sobre la mesa, gobernar ayuntamientos y comunidades autónomas. El tacticismo
sería ahora una mala estrategia y un grave error, tendría un grave coste
electoral. Entre otras cosas porque le daría una mucha credibilidad a uno de
los ejes del Partido Popular, que es "o nosotros o el caos".
¿Por qué no se crea empleo estable y de calidad? ¿Es algo
intencionado o es porque el sistema está realmente colapsado?
Creo que es algo muy
intencionado. Primero, para desarmar gran parte de los servicios públicos, la
sanidad, las pensiones, necesitas un mercado laboral lo más débil y
desestructurado posible porque eso te facilita dos cosas: una poder decir que
no es sostenible. En un mercado laboral estabilizado el actual sistema de pensiones
es sostenible, en el actual mercado laboral no. Y segundo que uno de los factores
que ha contribuido al desarrollo del estado de bienestar, como son las
asociaciones sindicales y de los trabajadores, estén en una situación de extrema
debilidad. Entonces digamos que todo son ventajas. Aparte de garantizar un
margen de beneficios a las empresas.
Es intencionado en la medida en
que el empleo ya no es un derecho, ahora es un factor de producción que se usa
y se tira. Esa concepción en la que se ha trabajado donde todos los sectores
están cada vez más regulados, marcos estables de relación laborales, convenios
colectivos… es una de las consecuencias de lo que está pasando y de las que
menos se habla, es que apenas un tercio de la población con algún tipo de
trabajo está cubierta ahora mismo con un convenio colectivo. Vamos a un modelo
en el que la relación laboral es una relación entre el trabajador individual y
el empresario. Eso es una relación desequilibrada siempre. El trabajador apenas
tiene poder y el empresario tiene todo en sus manos. Mucha gente dice que eso
es volver al primer capitalismo, y no. Eso es volver a mucho antes, porque el
bien que el trabajador pone en el mercado ya no tiene valor porque lo primero
que te dicen es que si no lo coges tú, lo cogerá otro. Y segundo si nadie lo
coge aquí, me voy a donde sí lo hagan. Sin embargo en eso que se llama primer
capitalismo, el capitalismo que impulsó la revolución industrial, el bien que
ponía el obrero encima de la mesa sí tenía valor, no estaba la opción de “cojo
mi fábrica y me voy”.
Siempre ha parecido que en España no hay conciencia de clase.
Yo creo que no es tanto un problema
de conciencia de clase, que también lo hay, sino que aquí se han producido dos
fenómenos curiosos. Uno que mucha gente ha equiparado tener una hipoteca con
ser propietario, cuando son dos cosas diferentes. Cuando uno es propietario
tiende a ubicarse en una clase que no es la suya. Más que conciencia de clase,
creo que hay mucha gente que no sabe en qué clase está, o se autoubica en la
clase equivocada. No es un problema de hoy, es un problema de un fenómeno que
me resulta más sorprendente, y es que este país olvida muy rápido de dónde
viene. Todos hemos olvidado muy rápido cómo era España en los años 70 y 80. Este
era un país pobre, miserable, sin un sistema de sistemas públicos, donde la
riqueza estaba horriblemente repartida, donde no había un sistema sanitario ni
educativo públicos que pudiera recibir tal nombre, no había un sistema de pensiones.
Muchos hemos olvidado demasiado rápido cómo éramos hace 30 años y hemos
olvidado lo que nos costó llegar hasta aquí.
¿El alto número de funcionarios que tiene España puede
influir en esa desubicación de clase a la que te referías?
Tampoco hay tantos funcionarios.
Ni de lejos España es el país de Europa con más funcionarios. Estamos en un
nivel muy similar a países con los que nos comparamos habitualmente. Alemania
tiene aproximadamente el mismo número de trabajadores del sector públicos que
nosotros. Estamos muy por debajo de Francia y no digamos de los países
escandinavos. Tenemos la mitad de funcionarios por cada 100 habitantes que
tiene Suecia o Dinamarca, que está tan de moda últimamente. “Queremos ser como
Dinamarca”, pues para ser como Dinamarca tenemos que duplicar el número de
trabajadores en el sector público. Yo creo que tiene más que ver con la
cuestión de la propiedad.
El presidente del
fondo estadounidense Blackrock, Laurence Fink, dijo en el Foro Económico de
Davos que “hay que educar al pueblo para que vote al líder correcto”. ¿Ha
pasado algo parecido aquí con Ciudadanos?
Es innegable que Ciudadanos ha dispuesto en el último año de
un apoyo mediático y por parte de poderes financieros y corporativos evidente.
Pero no estamos destapando ningún secreto de estado. Es una opción que, por las
razones que sea, ha sido escogida como la opción a apoyar y a promocionar. Yo
creo que sí, que tiene mucho que ver con eso. ‘Como esto que la gente está votando
no nos gusta, pues vamos a ponerle algo que vaya a recoger a esa gente que no está votando algo que a ellos no les gusta pero que a nosotros sí’.
En 2013 presentas ‘Piratas
de lo público’ en Ferraz y lo presentas con Rubalcaba. ¿Rubalcaba no es uno de
esos piratas de lo público?
Yo creo que el Partido Socialista ha jugado un papel
decisivo en: a) la creación y el impulso del estado de bienestar; y b) en el
inicio de su desmonte. Pero creo que juega un papel bastante más activo en el
desmonte del sector industrial público. Al PSOE hay que atribuirle el inicio de
los procesos de privatización de las grandes empresas públicas. El desmonte de
los monopolios en servicios claves como los transportes, las comunicaciones, la
energía. Creo que ahí su responsabilidad es indudable, y sentó las bases de lo
que después remató el Partido Popular. En el terreno de los servicios públicos
básicos su papel ha sido más ambivalente. Sí creo que han interiorizado con
demasiada facilidad el discurso favorable a la sanidad privada, creo que sí han
sido más contundentes en la defensa del sistema de pensiones, en el sistema de
la seguridad social y después en el asunto de la educación concertada hizo lo
que se podía hacer en aquel momento de la Transición. Eso que se dice de por qué
no es posible un acuerdo sobre educación en España. Pues porque no hay consenso
social, porque hay dos grandes polos: gente que cree que lo fundamental es que
se garantice la libertad de elección y luego estamos los que pensamos que hay
que impulsar la escuela pública. Y es muy difícil generar un gran pacto en
torno a eso.
Creo que el PSOE ha tenido responsabilidades en cuanto al tema
de los monopolios de los servicios públicos pero no tanto en el del estado del
bienestar. Y bueno, mi amigo Pérez Rubalcaba ha tenido mucha
responsabilidad en el gobierno pero nunca ha estado cerca de esto. Yo creo que
el principal responsable de lo que hizo el PSOE en materia de sector industrial
público es Carlos Solchaga, y luego un responsable vigilante como el presidente del
gobierno es esos momentos que había decidido el apoyo a esas medidas. Ese fue
el gran error del Partido Socialista en los años 80. Sin embargo marcaron una
diferencia con el Partido Popular. Compartiendo la esencia de base, esa cierta
mística hacia la gestión privada en lugar de la pública, quien remata y privatiza
totalmente los servicios públicos básicos como las comunicaciones y la energía
es el Partido Popular. Y esa es la gran diferencia de lo que ha pasado en
España y lo que ha pasado en Europa. Es cierto que todos los países de Europa
han puesto en el mercado parte de lo que eran sus empresas públicas
estratégicas, pero el único país que se ha desprendido totalmente de ellas ha
sido España. Y eso es logro del PP.
¿Esa falta de consenso social puede ser porque la Guerra Civil no está superada
del todo?
No, no tiene nada que ver. Somos una sociedad que se ha
polarizado como lo han hecho las sociedades de nuestro entorno: la inglesa, la
francesa, la italiana e incluso la alemana. Tiene mucho más que ver con el
avance y consolidación del estado de bienestar y que ha ido ganando peso en la
agenda, en la toma de decisiones y en el voto la cuestión fiscal: a cuánta parte
de mi sueldo estoy dispuesto a renunciar para que eso genere servicios y
políticas públicas. En este momento estamos en sociedades que se han polarizado
en dos grandes bloques. Uno que dice ‘hasta aquí hemos llegado, vamos a
volver hacia atrás’. Eso que decía Ronald Reagan de “Rolling back the stage”. Y
otro gran polo social, político y de pensamiento que dice que hay que seguir
avanzando. Y eso es lo que ha pasado en España. Pero no es algo extraordinario
ni raro, está sucediendo en todos los países de nuestro entorno donde hemos
llegado a un nivel de desarrollo socioeconómico. Incluso es sano, es
política.
Lo que es realmente extraordinario es el intento en los
últimos años de hurtarnos ese debate. Darnos por hecho la opción de ‘esto
no es sostenible, no podemos seguir por este camino y no lo vamos a discutir ni
un minuto más porque no hay otro remedio que este otro camino’. Eso es lo que
hay que reivindicar. Más que escandalizarse porque haya gente que no quiere
pagar impuestos, que no haya sanidad pública, lo que hay que hacer es
reconocerlo y plantear el debate en términos políticos. Tú quieres eso y yo no.
¿No podemos llegar a un acuerdo? Votamos, y cada cuatro años vemos hacia dónde
vamos.
¿Podemos confiar en
la honorabilidad de Mariano Rajoy?
Personalmente creo que sí. Lo conozco desde hace muchos años…
Iba a decir que pongo la mano en el fuego (risas). Pero sinceramente desde el
punto de vista personal no creo que haya nada que reprocharle, otra cosa es desde
el punto de vista político. Primero por el tipo de políticas que hacen, donde
yo me sitúo totalmente enfrente, y segundo su actitud de tolerancia y encubrimiento
con la corrupción, donde es igual de responsable. No es Bárcenas, pero es tan
culpable como él.
¿Y es más listo de lo
que parece?
Sin ninguna duda, muchísimo más. Tienes que plantearte una
cosa: no hay presidente que haya conseguido acumular el poder económico que
tiene Mariano Rajoy, en todos los ámbitos. Ningún presidente ha tenido un
gobierno tan a su servicio como lo ha tenido él, ningún presidente ha tenido el
control del partido que tiene él, ningún presidente ha tenido el peso que tiene
él en los medios de comunicación, en el poder judicial. Ya le gustaría a Aznar
haber llegado a tener la relación que tiene ahora Moncloa con los medios de y con determinados grupos de comunicación. Es el momento de asumir
que eso por casualidad no se consigue. Rajoy es un político hábil, tenaz, muy
buen estratega, gestiona muy bien el tiempo, es ambicioso, tiene claro lo que
quiere hacer y lo hace. Rajoy siempre tiene un plan y tiene la capacidad y la
disciplina para sacarlo adelante. Sí creo que es un rival al que hay que
aprender a temer y respetar. Y precisamente esa ha sido una de sus grandes
ventajas. Casi nadie lo ha temido ni respetado, y han descubierto lo que era
pero era tarde porque estaban muertos. Creo que Esperanza Aguirre o Aznar o
mucha gente a la que ha ido eliminando a lo largo de su vida ahora se estarán
dando cuenta.
¿Se ha rodeado de los
mejores o de los más dóciles?
Se ha rodeado de gente dispuesta a hacer lo que él quería
hacer, entonces construye un equipo de gobierno muy cercano a él, es gente de
equipo. Pero no creo que sea un líder que estimule la docilidad. No es un
perfil de un Aznar, o de un Fraga. De todas maneras el tema ese de los mejores
en la vida pública, más allá de cualidad que pueda tener el líder A o el B para
rodearse de gente buena, hay un problema. Y es que la gente buena se lo piensa
mucho antes de entrar en un ente público en este momento. Primero porque
normalmente pierdes, y no sólo ingresos económicos, sino nivel de vida,
intimidad, y segundo es que en estos momentos es una labor muy ingrata. El
coste que uno asume cuando da el paso de incorporarse a un puesto de
responsabilidad público es enorme, tanto para ti como para tu familia, para
todas las personas que te rodean… Yo ahora mismo si alguien me ofreciera entrar
en política le diría que no porque realmente el nivel de deterioro y el
maltrato colectivo al que estamos sometiendo a la gente que está en el servicio
público y a la gente que está en la política, hace que quien tiene capacidad y
una posición se lo piense mucho. Ahora viene mi hermano y me dice que se mete
en política y yo me plantearía separarme civilmente (risas). No, porque en este
momento no sólo estaría él bajo el escrutinio público, sino que es todo: tu
familia, el colegio al que llevas a tus hijos… Que igual tiene que ser así,
pero también igual tenemos que plantearnos unos límites. Sí creo que tenemos
que plantear una reflexión colectiva sobre, no tanto los límites del
escrutinio, sino hasta qué punto vale todo con tal de tumbar a la gente. Llega
un momento en el que se plantean situaciones kafkianas: tienes que responder
por tus cuentas, por las de tu mujer, las de tu hermano, las de un primo tuyo lejano
que contrató un servicio con no sé qué administración… Es que claro, necesitamos
unos límites. Ahora mismo el principal problema es el deterioro al que está
sometido eso que llamamos el político. En este momento, el que toma la decisión
de dejar un trabajo en el ámbito privado donde puede ser una persona extraordinariamente
respetada, valorada y con una gran consideración social, está tomando un
oficio que no le va a dar nada de eso. Es una profesión muy costosa, se
renuncia a demasiadas cosas.
¿Qué te parece el
fichaje de David Jiménez como director de El Mundo?
No lo conozco, pero la primera medida que ha sido prescindir
de Salvador Sostres me parece extraordinariamente inteligente. Así que si sigue
por ese camino es probable que El Mundo gane un lector.
0 comentarios:
Publicar un comentario