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¿Cómo se hace uno crítico?
En mi caso concreto tenía que ganarme la vida, gustándome el
cine la hostia. Antes de hacerme crítico jugaba al póquer y estuve un año
vendiendo enciclopedias a puerta fría, que era una cosa terrorífica. Éramos un
grupo de amigos que fuimos la primera promoción de imagen en la facultad y nos
hicimos amigos íntimos. Éramos Fernando Trueba, Antonio Resines, Julio Sánchez
Valdés, Óscar Ladoire y yo, y hacíamos cortos. A mí me utilizaban de actor, que
soy el peor actor del mundo yo creo, y lo grabábamos en súper 8 y en dieciséis.
Yo empecé a escribir, pero no era de cine, era de la noche. Escribía de putas,
de travestis, de sitios de por ahí de la noche. Lo cual era un coñazo porque de
repente lo que hacías por placer, el estar hasta las cinco de la mañana en un
garito, tenías que ir por obligación, es decir, ir y ver el nuevo espectáculo de
Los Centauros o el nuevo bar de lesbianas de Madrid. Pues como tenía que vivir
de algo y Fernando Trueba empezó a dirigir cine, y estaba en la Guía del Ocio, entonces
yo cogí la sección de cine y empecé a escribir. Serían los años setenta, finales
de los años setenta.
¿Qué relación tenía Florentino
Pérez en la Guía del Ocio cuando lo despiden?
Era uno de los accionistas, de los dueños. Había tres o cuatro dueños. Con la Guía del Ocio acabé mal, me echaron. Tuve movidas muy sórdidas,
me acusaron en un juicio de alcohólico y drogadicto, que aparte de que lo fuera… No sé, fue muy desagradable. Al final gané pero me tuvieron como los niños
malos durante meses, mirando a la pared, no podía trabajar, no podía escribir.
Me dijeron que nunca volvería a poner mal una película de las multinacionales. Las
multinacionales metían en aquella época un montón de pasta en la Guía. En aquella
época todo el mundo que salía en Madrid por aquellos años compraba la Guía. Yo
les dije más o menos que me tocaran los genitales. O sea, que cómo coño iba a
hacer yo eso. Fueron tan bestias que me perdieron a mí, que al parecer me leía
mucha gente. Fue muy desagradable. Yo soy tan conformista que me hubiera pasado
la vida allí, eh. Nunca he tenido interés en ir a los grandes medios, pero
resulta que todos los grandes medios han venido a buscarme a mí. Pero vamos eso
sí lo puedo contar. Afortunadamente no he tenido que ir a pedir curro nunca, me
han venido a buscar.
Qué piensa Carlos Boyero
cuando se dice que su opinión es la que tienen todos los críticos en España. O
que lo que dice Carlos Boyero es lo que vale.
Yo diría que no estoy de acuerdo con casi ningún crítico. Eso
es una cosa que se llama la gente, esa cosa tan menospreciada, y es que resulta
que mucha gente está de acuerdo conmigo o le gusta cómo cuento las cosas o como
escribo, pero mi relación con los críticos de cine es inexistente. Tengo
algún amigo pero no entiendo a los críticos. Alguna vez me he esforzado por
leer artículos pero no sé de qué hablan. Resulta que yo soy muy simple y que con
sus teorías tan elaboradas no me entero.
Puede ser que sea
porque sus críticas son más impresionistas y la de los otros más academicistas.
No sé cómo son mis críticas porque no me leo. Me da mucha vergüenza,
así que como para leer a los demás. Pero alguna vez que lo he intentado en una
de esas revistas especializadas y no sé de qué cojones están hablando. Me
resulta muy aburrido. He leído a gente con la que no tengo por qué estar de
acuerdo, lo que me gusta es el estilo, que la prosa me cautive o me haga
gracia. Pero ya te digo que no tengo relación con los críticos, nunca me verás
en ninguna asociación. Y sospecho que la mayoría a mí me tiene mucho gato,
porque me firmaban manifiestos en El País pidiendo mi cabeza. Pero estoy
acostumbrado, llevan toda la vida haciéndolo.
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Con las redes
sociales estará más al tanto de cuando lo hacen...
No tengo ordenador. Me llega eso de las redes sociales, una
cosa que al parecer es la hostia. Me dicen “eres trending topic”, que al
parecer es que mogollón de gente habla de mí. Pero mi relación con las redes sociales
es que hago un chat desde hace 16 años, soy pionero en internet. Pero un chat
donde una persona recoge preguntas, otro las selecciona, me las pasan y yo
contesto. Mi relación con internet acaba ahí, pero al parecer la gente… Hay una
cosa que se llama Twitter o no sé, que al perecer es [se hace un lío con el
funcionamiento de la red del pajarito]. Siempre me han pedido que tenga uno, y
una polla voy a tener yo una cosa de esas. Me lo dijo la gente que llevan las
cuentas de Gasol. Que ellos me lo llevaban y que de entrada tendría unos 130
mil seguidores de entrada o no sé. Pero tampoco le veo el interés a algo donde dices estoy aquí tomándome un vodka o parece que va a llover. No sé a quién
cojones le importa eso. Perdón pero es que soy un profano en las de las redes sociales
pero sé que siempre ando metidas en ellas y eso del trending topic me lo he
aprendido.
Este año hemos estado
ante dos películas bastante revolucionarias: Boyhood y Mommy de Xavier Dolan.
Perdóname, ¿pero cuál es la segunda que has dicho?
Mommy, de Xavier
Dolan, una canadiense que salió el año pasado.
No la he visto, no la he visto. [Le explico el juego de pantalla que hace Dolan según el
estado anímico de Steve, el joven de la película encarnado por Antoine-Olivier
Pilon]
Hostia qué curioso, qué curioso. Perdóname, pero no la he
visto.
¿Qué queda por
inventar en el cine?
Pues en cuanto a técnica muchas cosas, imagino que las
películas olerán, conseguirán que huelan. En cuanto a narrativa todo está
inventado yo creo. Y teniendo en cuenta que soy profundamente reaccionario, la
narrativa que me interesa es la de los maestros: una historia con su
planteamiento-nudo-desenlace. O al revés, que decía Godard que no forzosamente
tenía que ser así. Con los experimentos soy cauteloso siempre. Hay quien
experimenta haciendo maravillas y hay mogollón de experimentos vacíos, que
sirven para que los críticos cuenten ‘jo, la hostia’. Muchas de esas pelis no
las compra ningún distribuidor porque la gente si las viera podría quemar los
cines o pedir la entrada de vuelta. Luego hay gente muy creativa, con un
lenguaje distinto. Me citabas Boyhood. A mí me parece apasionante lo que hace Linklater,
seguir la vida a lo largo de trece años de un niño. Boyhood por ejemplo sí me
interesa mucho, pero la de Xavier Dolan… Pero te aseguro que a partir de ahora
me voy a fijar en él. Aunque no sé qué diría John Ford o Billie Wilder de eso
de la pantalla. Aunque es posible que lo haya visto en algún festival. Pero en
los festivales a los quince minutos me aburro en un pase y me salgo a fumar y
me voy a beber. Soy un irresponsable absoluto. Pero conozco a muchos críticos que
están durmiendo toda la película y luego salen diciendo que es sublime. Yo no,
además como cuento cuando me largo pues me lo reprochan. Qué cojones voy a
hacer yo ahí sentado cuatro horas si no aguanto media.
¿La crisis ha
agudizado el ingenio de directores como Carlos Vermut con Magical Girl?
Es probable. Si no tienes medios te buscas la vida para
financiar tu película, aunque sospecho que un tipo como Vermut, con medios o
sin ellos, haría ese tipo de cine. A mí es una película que me sorprendió
gratamente, me dejó muy perturbado. Una película que en los diez primeros minutos
aguanté diciendo “esto qué es, una modernez o qué”. Afortunadamente me quedé y
es una película que sigo pensando en qué pasará detrás de esa puerta verde y
pienso en ese padre y esa niña y en la relación entre Sacristán y Bárbara
Lennie. Es una película que me parece que tiene algo, y que ese tío tiene eso
tan pretencioso que es un mundo propio. No sé si la crisis habrá agudizado su
ingenio, lo que tengo clarísimo es que su personalidad es peculiar y para mí
muy inquietante.
¿Qué es lo que le
falta al público europeo para abrirse a grandes directores asiáticos como Wong
Kar-wai, Kim Ki-duk o Park Chan-wook?
Con el cine oriental he tenido un desencuentro permanente.
Kim Ki-duk, pues sí, alguna vez me ha afectado, y evidentemente que ese tío
tiene su rollo. Mis enemigos si me quieren putear tienen que dejarme el resto
de mi vida atado a una silla en mi cuarto viendo a todos esos directores. Has
citado a uno que sí me gusta, Wong Kar-wei. Deseando Amar a mí me dejó muy
tocado. Te quiero decir, aunque sean prejuicios, en mi caso son con causa. He
visto todo el cine oriental por obligación, y me resulta difícil entrar en él. Pero
después puedo ver una película iraní y me estremezco. Respeto muchísimo que
para ti sea un descubrimiento muy gozoso, y tu capacidad de comunicación con el
cine oriental es grande, en mi caso no. Igual me falta una especia de
sensibilidad para captarlo, pero como no soy del todo tonto cuando hacen alguna
buena me entero. Wong Kar-wai ahora está a la baja, porque hizo una preciosa en
Estados Unidos, pero como era muy entendible y estaba hecha con estrellas, con
muchos medios y tal, sospecho que lo va a tener jodido con los críticos si
sigue haciendo cine con actores cojonudos. Mola mucho lo del cine indie pero...
Me refiero, me gustan determinadas películas orientales.
¿Y a los directores
europeos qué les queda para inspirarse en los asiáticos? Por ejemplo la
narrativa de Kim Ki-duk se dice inspirada en la de Antonioni.
Antonioni te diría que es para mí uno de los mayores bluff
de la historia del cine. Detesto a Antonioni, al maestro Antonioni. Su
incomunicación, sus tiempos muertos y sus análisis de una sociedad. Me aburría
mucho, a lo mejor ahora que soy mayor me pongo a verlo otra vez y digo "joder es que cuando eras joven no te enterabas". Con Bergman hay películas que me
apasionan, pero me he pegado unos sueños importantes con otras. La influencia
en los directores europeos de los asiáticos. Yo te diría que hablando de directores
no actuales hay un par de ellos que se murieron hace unos años que su cine me
parece primoroso. Un japonés que se llama Ozu y un señor que se llama Mizoguche,
u otro, del que no me gustan todas, como es Kurosawa. Éste sí ha influido muchísimo,
confesado por él, en Spielberg. Ozu no lo sé. Víctor Erice alguna vez lo ha
mencionado. Pero es que mi subconsciente desde pequeño ha estado colonizado por
esa cosa tan imperialista, tan vacua, tan vacía llamada cine norteamericano. Lo
que más me gusta en el mundo es el gran cine americano. Que no lo es todo, hay
basura para dar y tomar. Si para algunos el paradigma pueden ser los maestros
suecos, o daneses, franceses como Renoir, a mí lo que más me gusta es el gran
cine norteamericano. Cuando eso está en
forma, todo funciona, me quedo con la boca abierta, soy feliz.
¿Carlos Boyero vota?
No he votado nunca. Soy un irresponsable cívico y un frívolo.
Me doy asco a mí mismo en los insomnios que tengo en las noches de invierno.
Pero creo que voy a perder la virginidad que debe ser algo precioso a los 61
años. Voy a votar, sí. A ver si se van a tomar por culo todos. No sé, si me van
a robar me apetece que me roben nuevas caras que tardarán en corromperse más al
pillar esa cosa tan onanista llamada poder, que debe ser un colocón. Yo que soy
muy drogotas nunca he tenido poder pero debe colocar mogollón. Pero sí claro,
voy a votar, voy a ser responsable.
¿Y qué espera?
Supongo que al final habrá esa cosa tan pragmática llamada
pactos. Supongo que nadie va a cumplir a rajatabla sus promesas. Eso al parecer
es parte del teatro de la política desde siempre. Me parecería milagroso
que alguno lo hiciese en caso de que ganara. Estoy cansado de que roben los de
siempre. Caras nuevas, darle a la juventud una esperanza.
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